Cuantas veces habremos oído eso de «es que es muy caro», «yo tanto no pago por un vestido», «ni que fuese de marca», referido a los precios de la ropa infantil hecha a mano. Una tendencia que, de la mano del concepto de la ‘slow fashion‘, por suerte, está cambiando, pues cada vez se valora más la ropa infantil artesanal, la exclusividad, la personalización, la calidad de los materiales y el mimo de aquellos y aquellas que, con sus manos, dan forma a cada prenda con un cariño que queda impregnado en sus productos.
Cuando descubres la gran diferencia que hay entre la ropa infantil hecha a mano y los productos que se fabrican en serie te das cuenta del valor de lo hecho a mano. Porque lo artesano cuenta con la calidad desde la base, desde los tejidos, elegidos exhaustivamente, hasta los diseños, pensados e confeccionados una y otra vez hasta lograr lo esperado. Porque sí son de marca, la suya, aquella en la que los creadores de ‘slow fashion‘ trabajan con esmero día a día, aquella que luchan por levantar, a pesar de las muchas trabas que se encuentran por el camino. Y porque ajustan los precios hasta que la ganancia de los fabricantes de moda infantil artesanal es, en ocasiones, prácticamente imperceptible, sumando materiales y horas de trabajo.
Nombres como el de ‘Magnolia Olivia‘ o el de ‘María Durán‘ suenan a esto, a artesano, a moda infantil cocinada a fuego lento, y a un universo de ‘slow fashion‘ en el que se sienten como peces en el agua, logrando llenar de color y esmero cada una de las creaciones que salen de sus manos. Porque su taller es su templo, y en él consiguen rozar el cielo.